Los indicadores son importantes. Pero no son el fin, son apenas la huella visible de una cultura organizacional. En seguridad y salud en el trabajo (SST), nos hemos obsesionado con los KPIs: tasa de incidentes, frecuencia, severidad, cumplimiento de protocolos. Sin embargo, cuando los números se convierten en el único faro, corremos el riesgo de perder de vista a las personas.
Y lo digo con claridad: la cultura de prevención no se transforma desde un Excel. Se transforma desde el comportamiento humano, y este comienza con el liderazgo.
Liderar no es reportar: es influir desde lo humano
En mis años como psicóloga, he trabajado con múltiples líderes que sabían “todo” sobre gestión de riesgos, pero que no sabían cómo mirar a los ojos a un operador angustiado, cómo escuchar un reclamo sin defenderse, o cómo sostener una conversación preventiva sin intimidar.
¿El resultado? Equipos que cumplen, sí… pero que no confían. Que esconden errores por miedo. Que trabajan en automático. Y en seguridad, trabajar sin conciencia es uno de los mayores riesgos ocultos.
Como dice Brené Brown:
“La claridad es amabilidad. El liderazgo fuerte es el que se atreve a tener conversaciones incómodas desde la empatía, el respeto y la confianza”
El caso del supervisor que transformó un turno
En una empresa del rubro Pesquero en el Puerto del Callao, Perú capacitamos a un grupo de supervisores en Liderazgo transformacional (con enfoque emocional) y prevención conductual. Uno de ellos —llamémosle Luis tenía fama de ser “extremadamente rudo pero justo”.
En el programa, Luis se llevó aprendizajes valiosos: cómo dar retroalimentación útil, escuchar con empatía y detectar a tiempo esas señales que, atendidas a tiempo, fortalecen al equipo. A la tercera semana, cambió una sola práctica:
comenzó cada reunión preguntando sinceramente a su equipo cómo se sentían. No con rutina, sino con atención.
En dos meses, los reportes de condiciones subestándar aumentaron en un 35%. No porque hubiera más fallas, sino porque la gente empezó a hablar. A confiar. A prevenir desde lo emocional.
Lo que realmente medimos y celebramos fue la apertura emocional, un KPI de madurez orientada a la prevención.
De la gestión técnica al liderazgo consciente
Hoy más que nunca, necesitamos líderes capaces de gestionar no solo tareas, sino estados mentales y emocionales.
Líderes que no se limiten a repetir “la seguridad es lo primero”, sino que la encarnen en cada interacción.
Los pilares del liderazgo humano en HSE son:
- Acompañar de verdad: con los ojos, los oídos y las emociones, no solo con la presencia física
- Escucha activa, sin juicio, incluso en medio de la presión productiva.
- Gestión emocional del riesgo, ayudando al equipo a tomar decisiones conscientes, no impulsivas.
- Reconocimiento preventivo, reforzando comportamientos seguros con autenticidad.
- Un liderazgo que escucha primero: la firmeza no está reñida con entender el porqué de los fallos y actuar desde el respeto
En resumen, cuando el KPI es la confianza
Más allá de los gráficos, los tableros y los planes, lo que verdaderamente transforma una organización es el ejemplo emocional del líder. Porque como me dijo una trabajadora en una sesión de cultura preventiva:
“Yo empiezo a cuidarme más cuando sé que mi jefe me ve como persona, no como un número.”
Ese es el punto. El nuevo liderazgo en seguridad y salud ya no se define solo por su conocimiento técnico. Se define por su capacidad de inspirar, conectar y sostener la prevención como un acto humano cotidiano.
Más allá del KPI, el liderazgo humano es el verdadero indicador de una cultura segura.
Con aprecio,
Carmen